
No digas: Yo pagaré mal por mal; espera en el Señor, y Él te salvará. (Proverbios 20:22)
En pleno siglo 21, aún encontramos personas aplicando la ley del talión, es decir: “Ojo por ojo y diente por diente” a manera de justicia personal. No obstante, Jesús sabía que algunos habían malinterpretado la ley del “ojo por ojo”. Por eso, corrigió esa manera de pensar diciendo: “oyeron ustedes que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”. Sin embargo, yo les digo: No resistan al que es malo; antes bien, al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélele también la otra” (Mateo 5: 38-39).
Jesús lo dijo refiriéndose a algunos líderes religiosos judíos quienes enseñaban que había que tomar represalias. Parece ser que los judíos se sirvieron de esta ley para justificar sus resentimientos y todos los excesos que cometían, movidos por un espíritu de venganza, distorsionando así el propósito de la ley de Dios.
Lo dicho por el Señor Jesús deja en evidencia que el enojo y el resentimiento que pudiera haber dentro del corazón humano, producto de las heridas no sanadas, son la razón principal para la venganza.
De manera que, si declaras “me voy a vengar”,
Es que no has perdonado las ofensas recibidas.
Estás en prisión y la puerta no puedes hallar,
Pues, la puerta es el perdón como única salida.
El perdón es la cura para el alma. El perdón abre la puerta de la libertad a quien ha estado prisionero por el resentimiento. A cambio de la venganza, el Señor dice que es mejor esperar en Él. ¿Y cómo esperamos en Él? Pues, es equivalente a entregar en oración los asuntos que lastiman, renunciando al dolor y al resentimiento, para que Dios se encargue de sanarnos tal como lo ha prometido.
Darle rienda suelta a la ira es sumamente delicado,
¿No has sabido que muchos males se han causado?
No pagues mal por mal aunque hayas sido agraviado,
Entregando todo al Señor se obtiene mejor resultado.
Tomemos la mejor decisión en este día,
De echar toda nuestra ansiedad sobre Él.
Dejemos de lado el enojo la ira y la gritería,
Y el odio no tendrá en nosotros más poder.
Que seamos mansos y humildes de corazón,
Es una orden que el Señor Jesús nos ha dado.
Nos revela así mismo de su carácter el amor,
Virtud primordial que nos ayuda a ser sanados.
¿Cuántas veces la ira y el enojo han llegado?
¿Y a la puerta de mi corazón se han asomado?
Han causado profundo dolor a todo mi ser,
Y en gran intensidad lo he experimentado.
Pero infinitas gracias a Jesús de Nazaret,
Por llegar a tiempo y haberme restaurado.
Si estás herido te invito a venir al Señor Jesús,
A refugiarte en sus brazos, a pedirle su ayuda.
Deja que su Santa Palabra te ilumine con su Luz,
Para que vivas en esta tierra libre de amargura.
