
Así que el pueblo se fue a comer y a beber en una gran fiesta, a compartir porciones de la comida
y a celebrar con gran alegría porque habían oído y entendido las palabras de Dios. (Nehemías 8:12)
Por generalidad, donde hay fiesta hay alegría y comida. ¿Has ido a una fiesta donde no se haya brindado comida? ¡Es muy raro que esto ocurra! ¿Cierto?
Pues bien, en una ocasión hace muchos años se celebró una gran fiesta. Fue una celebración no muy usual. El pueblo estaba alegre no porque fuera día festivo, o por celebrar una boda o un cumpleaños. No eran esos los motivos. Había una mejor razón para hacerlo: ¡Habían oído y entendido la palabra de Dios!
Quizá a usted no le parezca motivo de celebración el hecho de oír y entender la Palabra de Dios. Pero a mí personalmente me causa gran inquietud no poder entender lo que leo. No obstante, cuando me es revelado con claridad, se produce un gozo indescriptible en mi alma.
Lo mismo sucedió el 8 de octubre cuando el sacerdote Esdras llevó el libro de la ley ante la asamblea, que incluía a los hombres y a las mujeres y a todos los niños con edad suficiente para entender. Cuando se puso frente a la plaza, justo dentro de la entrada de la puerta del Agua, desde temprano por la mañana hasta el mediodía y leyó en voz alta a todos los que podían entender. Todo el pueblo escuchó atentamente la lectura del libro de la ley. Mientras lo hacían, se humillaban, levantaban las manos y adoraban a Dios.
A la derecha y a la izquierda del sacerdote Esdras, había personas encargadas de instruir al pueblo y de explicar con claridad el significado de lo que se leía, así les ayudaban a comprender. Además, Esdras les dijo: «¡Vayan a sus casas a celebrar este día! Preparen buena comida, beban y compartan con los que no tienen nada preparado. No, no se entristezcan porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza».
Así que el pueblo se fue a comer y a beber en una gran fiesta, a compartir porciones de la comida y a celebrar con gran alegría porque habían oído y entendido las palabras de Dios. (Nehemías 8:12)
En otra ocasión, un etíope eunuco regresaba de Jerusalén de adorar. Estaba leyendo el libro de Isaías, sentado en su carro sin poder entender. Se le acercó entonces Felipe y le dijo:
“Pero ¿Entiendes lo que lees?” El eunuco le dijo: “¿Y cómo podré si alguno no me enseñare? “Y rogó a Felipe que se subiera y se sentara con él… “(Hechos 8:26-38)
Entonces Felipe explicó la Palabra y anunció el Evangelio de Jesús al eunuco. Como resultado de haber entendido, el eunuco reconoció que Jesucristo es el Hijo de Dios y decidió bautizarse en ese mismo momento. ¡Cuán importante es oír y entender la Palabra de Dios! ¡El poder recibir a tiempo su enseñanza y aplicarla en la vida personal!
Siempre que haya en el corazón el deseo de recibir la Palabra, Dios que es justo y misericordioso enviará a alguien que nos ayude a entenderla. ¡Gracias Espíritu Santo por hacerlo de manera perfecta!
¡Oh, que me sea dada la sabiduría del Señor para enseñar su Palabra! ¡Porque quiero ver el gozo de aquellos que la entienden!
¡Que la sabiduría de Dios esté en mí para poder transmitir el mensaje directo al corazón, y que el mensaje sea claro y entendible! Porque… “Cuando alguno oye la Palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.” (Mat.13:19)
Maestros, hagamos nuestra labor con regocijo,
Enseñando la Palabra a quienes la quieran oír.
Porque esta bendita Palabra el Señor lo dijo,
Llevará fruto en abundancia para poder vivir.
Cumplamos la tarea para que haya gozo y alegría,
En el pueblo hambriento por la Palabra del Señor.
Yo quiero ser una que esté dispuesta cada día,
A enseñarla tal y como Jesucristo lo ordenó.
No debe ser una carga o una forzosa obligación,
Debe ser un gran regocijo si se hace con amor.
Porque viendo tantas vidas salvadas y sanas,
Esto es suficiente para ir a enseñar la palabra.
Y cuando ellos entienden que Jesús les ama,
Le entregan sus vidas sin ninguna dilación.
Hoy es buen tiempo de conquistar corazones,
Pues, hay almas hambrientas del pan divino.
¡Que coman y beban y obsequien porciones!
¡Y disfruten con gozo por haber entendido!
