MI LÁMPARA

Ciertamente haces que mi lámpara alumbre. El SENOR, mi Dios, ilumina mis tinieblas. (Sal.18:28) 

El hombre a causa de su imaginación inventiva ha creado una gran variedad de lámparas, desde las decorativas hasta aquellas que cumplen el verdadero propósito: Alumbrar en la oscuridad.

Tengo memoria de lámparas antiguas a las que se les suministraba querosén o petróleo. Nuestra familia en la finca usaba este tipo de lámparas, pues para la década de los años 60 y 70 aún no había energía electica en nuestra vereda. ¿Ya se podrán imaginar cuán útil y necesaria era para nosotros una lámpara?

Las lámparas son tan necesarias en la vida diaria, que análogamente llevamos una dentro de nuestro cuerpo. O mejor diría, en nuestro espíritu. Pues es allí donde el Señor nos alumbra para que luego nosotros podamos alumbrar a otros con la luz de su palabra. Esto lo supo el sabio Salomón porque dijo: Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón. Proverbios 20:27

Es entonces en el corazón del hombre donde la palabra de Dios hace residencia. Dicho de otra manera, es en el espíritu donde somos alumbrados para no pecar contra Dios. El rey David lo entendió muy bien por lo que declaró: En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti. (Salmos 119:11)

Cuando a nuestra mente lleguen pensamientos de confusión o turbación, a tal punto que quieran entorpecernos para no ver la luz del Señor, clamemos desde nuestro espíritu. De esa manera las tinieblas tendrán que huir.

Ciertamente Dios sabe que vivimos momentos en que las tinieblas quieren tomar lugar. También Dios conoce las áreas de oscuridad donde solo con la luz maravillosa de su palabra podemos ser iluminados para recobrar la paz. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6)

Oremos que no haya tinieblas de duda ni temor,

Que empañen nuestra confianza en el Salvador

Y si llega algún pensamiento ¡Sigamos confiando!

Pues la oscuridad se disipa totalmente con su poder.

Oremos que nuestra fe prevalezca y Dios siga iluminando,

Con su palabra eficaz e infalible alumbre todo nuestro ser.

 

Es la Palabra de Dios la que ilumina mi oscuridad,

Ella es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino.

Es la que puede alumbrar con su luz y su verdad,

A todos los que vagan por el mundo hoy perdidos.

 

Caminando ahora a la luz de tu Palabra,

Es disipada toda sombra de oscuridad.

Mi lámpara había sido apagada,

Por lo cual sin rumbo yo caminaba.

Más ahora que de nuevo soy iluminada,

Puedo vivir en tu luz por toda la eternidad.

¡Amén!