
Aún los muchachos se fatigan y se cansan; los jóvenes tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas;
levantarán alas como águilas. Correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán. (Isaías 40:30-31) RVA-2015
¡No tengo fuerzas! ¡Siento que ya no puedo más! Son expresiones de alguien que se ha agotado esperando el cumplimento de una promesa, especialmente si ha atravesado por una etapa de dolor. Razón tuvo el sabio Salomón al escribir inspirado por el Espíritu Santo que, La esperanza que se demora es tormento del corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido. Proverbios 13:12
También está escrito: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13:13
Tres cosas son permanentes: La fe (Confianza en Dios). La esperanza (Seguridad de que Dios cumplirá sus promesas). El amor (Una entrega sacrificial).
A propósito de la "Esperanza", yo pienso a manera personal, que a veces se usa popularmente esta palabra, traducido en términos de recibir algo bueno con relación a los anhelos personales; pero al leer las Sagradas Escrituras nos damos cuenta que la esperanza no está apoyada en mis propios deseos o en circunstancias fortuitas, es decir, en algo que suele suceder inesperadamente o por casualidad, sino en lo que Dios ha prometido dar por medio de la obediencia a su palabra.
Siendo La esperanza la seguridad de que Dios cumplirá sus promesas, ¿Cómo podríamos orar y esperar el cumplimiento de ellas sin apoyarnos en su palabra? ¡Por supuesto que no! Pues, nuestras oraciones son basadas en las declaraciones fidedignas del Dios todopoderoso. Justo hoy el valor de esperar se me ha hecho más evidente, al entender que mientras espero, mi amor crece y se purifica.
Tiene sentido esperar creyendo en la fidelidad de un Dios veraz, para que también la paciencia, fruto del Espíritu Santo crezca en nosotros, tal como leemos a continuación:
Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Romanos 8:24-25
Ven, cantemos un cántico con gratitud y gozo,
Al que nuevas fuerzas nos ha prometido dar.
Elevemos nuestras voces al Dios todopoderoso,
Démosle la Gloria por sus bendiciones sin par.
Señor, la fuerzas que vienen de ti quiero,
Es una de las razones para orar sin cesar.
Porque, aunque se hayan reducido a cero,
Has prometido que me las vas a multiplicar.
Eres mi esperanza, hoy y siempre lo serás.
Yo quiero vivir contigo por toda la eternidad.
